El verano de 2016 nos apuntamos tres amigas con una ONG inglesa a un programa para dar clases de inglés en Tanzania. Habíamos oído hablar del país, de sus paisajes salvajes y sus famosos safaris, y nos entusiasmaba la idea de poder descubrirlo y adentrarnos en una nueva cultura con el plus de poder aportar nuestro granito de arena. Cogimos el primer vuelo a Tanzania nada más acabar los exámenes finales, con muchas ganas y una gran maleta llena de por si acasos.
Acabábamos de llegar y ya nos sentíamos como en casa. Isaac, el director del orfanato, nos enseñó cada rincón del humilde lugar. Había un par de clases y dos habitaciones con muchas literas, todo muy sencillo. Por ejemplo, 4 simples palos de madera y un par de planchas de metal formaban la cocina que se encontraba al aire libre. Todo se cocinaba en una gran olla. Comíamos arroz o legumbres acompañado muchas veces de aguacate o algo de lechuga. A veces llegaban a nuestras manos plátanos y mangos muy sabrosos. Un día fuimos a la ciudad a comprar 12 kg de pasta, fue todo un reto cocerlos en aquella gran olla, pero la espera valió la pena. Nunca había disfrutado tanto compartiendo unos simples espaguetis con tomate.
Durante el día siempre había en lo que ayudar: dar clases, pintar las aulas, cocinar, ir en busca de leña, recoger frutas, ordeñar la vaca, recoger huevos, bañar en barreños a los más pequeños, limpiar, tender la ropa… Se respiraba un ambiente familiar donde todos echaban una mano. También jugábamos a apasionantes partidos de fútbol, al famoso pilla-pilla y por supuesto bailábamos. Ya no tenía ganas de safaris, quería pasar todo el día disfrutando de cada pequeño detalle en su compañía y aprendiendo de su manera de ver la vida.
Con el paso de los días conocía más a fondo a cada uno de los niños. Nos contaban sus sueños e ilusiones, compartimos aficiones como el deporte y el arte. Isaac nos contaba la historia que había detrás de cada uno de ellos, les admiro por saber sacar siempre lo bueno de cualquier situación. En concreto tuve mucha relación con un niño que se llama Gaby. Gaby tiene unos ojos grandes y oscuros llenos de luz, con una sonrisa nerviosa y con la afición de trepar a todos los árboles que se encuentra en su camino. El inglés de Gaby era escaso por lo que nos comunicamos casi todo el tiempo haciendo mímica, lo que era causa de muchas risas. Cada palabra que le enseñaba en inglés, él me la enseñaba en suajili. Gaby nunca había llegado a conocer a sus padres, el único familiar que tenía era su abuelo, al que visitaba todos los domingos.
Recuerdo el día en que Gaby corrió a abrazarme. Su abuelo había fallecido. Estando en esa situación podía palpar el cariño con el que se trataban entre todos, cómo se apoyaban y cuidaban el uno del otro. Aquel mes paso volando. Pero como todo lo bueno, tiene su fin. Regresamos a Barcelona con la mochila vacía, “solo” nos llevamos todo lo aprendido, las lecciones que nos dieron de generosidad y cariño, los buenos momentos y la enseñanza de que pase lo que pase siempre tiene solución.
Desde aquel viaje he seguido en contacto con ellos. Con la ayuda de mi familia apadrinamos a Gaby y lleva ya tres años yendo a la escuela. Ahora estoy acabando la carrera y tengo la gran oportunidad de aportar mi granito de arena con la construcción de un pozo en el nuevo colegio que el director del orfanato está sacando adelante, el colegio “Shine English Medium School”.
Quiero involucrarme en el colegio y comprometerme a hacer lo que esté en mis manos para mejorar su situación. Algunos me dijeron que no me complicara y por un momento mi parte racional me dijo: “No tienes ni idea de hacer un pozo, no tienes a nadie cercano experto en el tema, no has dirigido un proyecto en tu vida, no tienes conocimiento ni presupuesto, eres muy joven e ingenua.” Por suerte la motivación y las ganas de ayudar fueron más fuertes y enseguida empecé a investigar y a escribir todo lo que iba a necesitar. Tengo la esperanza de contagiar e inspirar a jóvenes a hacer lo mismo por buenas causas que les motiven, y así entre todos hacer un mundo mejor. Quiero dar las GRACIAS a todas las personas que me apoyan y que hacen posible que este proyecto siga adelante.
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