Llegué el martes a mediodía y esta vez de camino al orfanato había más carreteras asfaltadas y nuevas casas pero todo igual de verde y colorido. Me dieron una cálida acogida, con cantos y bailes al ritmo africano. Joyce, la mujer de Isaac, tuvo el detallazo de hacerme una tortilla de patatas de bienvenida.
¡Cuánto ha crecido todo! Los niños me enseñaron todas las novedades: las habitaciones con literas, los baños con luz, el gran comedor, los columpios, las 126 gallinas y las 6 vacas. Me hizo especial ilusión ver que algunos se acordaban de mi nombre. También hay muchas caras nuevas, hace tres años, apenas llegaban a los 30 y ahora ya son 65 niños los que viven aquí. Mama Nancy sigue deleitando con sus manjares y ahora ya tiene cocina fija.
El miércoles por la mañana llamamos a la compañía perforadora para empezar con el papeleo pero no fue posible hablar con ellos, estaban de fiesta celebrando el fin del Ramadán, no se trabajaba ni el miércoles ni el jueves. Aprovechamos para ir a “Shine” y a medio camino paramos en Tengeru para comprar material. Isaac nos enseñó todos los planes que tiene para el colegio y luego nos pusimos manos a la obra. Gaby y Daudi se encargaron de hacer cemento para la pizarra, mientras Isaac, Joshua y yo lijamos puertas y ventanas para poder pintarlas después.
Entre ventana y ventana Gaby me contaba su experiencia en BlueSky School y sus deseos de estudiar ingeniería mecánica. Ya no hay que recurrir a la mímica, Gaby se expresa perfectamente en inglés. Cuando el hambre empezó a apretar, Daudi nos cocinó arroz con lechuga.
Día a día “Shine“ va cogiendo forma. Por fin hemos conseguido contactar con la empresa perforadora y poner en marcha los papeles. El miércoles por la mañana vendrán a ver el terreno y con un poco de suerte a finales de la semana que viene se podrá llevar a cabo la obra. ¡Impaciente por empezar!
